30 de octubre de 2008

Ignoreland (1992): Octubre 29 de 2008. Miércoles. 8:50 de la noche. The Mars Volta es una banda para marcianos diferentes a mi. Tengo más claro que nunca que me gustan las melodías. Me gustan las canciones. Soy un hombre del siglo XX. Desde que me pasé al country y a los vinilos di por muerto el desarrollo de mis gustos musicales. R.E.M. está a punto de salir y mi sensibilidad se encuentra alterada. A lo lejos, detrás del escenario, veo a un hombre delgado -muy delgado- y calvo. Mis ojos y mi memoria me dicen que puede tratarse de Michael Stipe. Las luces se apagan menos las de atrás del escenario a donde estoy mirando. El hombre delgado avanza hacia delante, detrás de los que parecen ser Peter Buck y Mike Mills. En cuestión de segundos su figura es iluminada por un enorme reflector. Sí, es Michael Stipe. No escribiré que yo estaba frente al dueño y señor de los años noventa porque nunca lo fue y menos de los ochenta. Porque él nunca así lo quiso. Dueño apenas -y suficiente con esto- de un montón de canciones y melodías tan humanas, como él y como yo. Stipe baila no tan bien como Prince pero me hace sentir que yo puedo bailar también y tan bien como mal él baila. Baila con gracia. No tiene complejos. Stipe está lleno de amor y lo desparrama entre sus manos en las manos de los que están adelante. A veces tira rayos para desparramar amor a los que están atrás y arriba. Stipe cree y tiene esperanzas y las contagia a los demás. Pero Stipe también siente furia y la descomprime en canciones como esta.



28 de octubre de 2008

For once in my life (1969): La gratitud infinita con la vida por los sentidos. Soy los ojos de Satán que no juzgan pero que ven. Algunas personas olvidan (o quizás no lo ha notado) que sus sentidos son la puerta a la sensibilidad. Los limitan a lo estrictamente necesario. El oído sólo lo usan para escuchar el ruido del despertador, del teléfono, del microondas y de la bocina. Ni las palabras las escuchan. Se pierden y se prohiben las sensaciones que producen irse tras el ulular de una ambulancia y el dolor que lleva adentro, detenerse a entender una palabra (por su forma o siginificado) o una sentencia simple, adivinar el ladrido de un perro y lo que avisa, disfrutar el trueno que rompe el cielo o una canción que salva el día.

Artesano de la voz le dió forma de canción. El don hecho voz y la voz hecha canción. Quise escribir sobre Frank y no pude, sólo pude escucharlo y sentir esa gratitud infinita con la vida por el privilegio de poder escucharlo a él.



21 de octubre de 2008

Me arde + Dead flowers (1998): Keith Richards me contó en un sueño que el secreto, el truco de todo, está en la sonrisa. En mantenerla, en no perderla. Que la fuente de la eterna juventud está en la sonrisa (a veces puta sonrisa porque hasta a los enemigos se les sonríe con cinismo). Un asunto grueso y difícil si miramos la primera plana del diario de hoy o de ayer o de mañana. Y más difícil todavía si el corazón ha sido herido de muerte. Los sobrevivientes, o sonríen o asesinan. A los que asesinan les fue borrada la sonrisa de un tajo.

Andrés Calamaro, se presenta hoy en Bogotá por primera vez. El sobrevivió, se le nota en la forma en que sonrie. Yo sonrío y he sonreido gracias a él. El destino por fin decidió ponernos cita. Nadar contra la corriente es una lección permanente.

"Diez años después el tiempo empieza a pesar. Me quedan balas en la cartuchera, pero te guardo siempre la primera. Diez años después mejor reír que llorar". A.C.



20 de octubre de 2008

Cocaine blues (1968):

Blues de un error brillante:
Salir de prisión no le representaba una nueva oportunidad. Si no hubiera salido poco le habría importado. La condena se redujo por aprender carpintería y buena conducta. Pero su buen comportamiento nada tenía que ver con el anhelo de salir pronto de prisión. Tan sólo no quería aburrirse adentro. 28 años después seguía pensando que la puta se lo merecía. Él le había dado todo y ella también. Pero le dio de más, le dio lo que él nunca había esperado. Matarla fue un error brillante y dulce.

(Inspirado en la grabación en directo de Cocaine Blues, que incluye los aullidos de los presos de la Prisión Folsom en Sacramento, California. Estos veían y escuchaban devotos y agradecidos a su más fiel representante, a su voz, Johnny Cash. En la grabación, la banda del señor Cash suena rabiosa y revolucionaria. Carl Perkins, su compañero de velas en la nave que descubriría el rocanrol, toca la guitarra eléctrica. Una ráfaga sonora y lírica, maravillosa y violenta).




19 de octubre de 2008

Hay días (2006): Cuando escuché esta canción por primera vez, fue en la voz de su cantor en un bar pequeñito de cuyo nombre no suelo acordarme. Algunas metáforas son violentas e inaceptables, a continuación una. Cuando escuché esta canción por primera vez, fue en la voz de su cantor, y sentí como si un balazo me volara la tapa de los sesos. Falso. Alguien que no haya experimentado esa detonación cercana y sangrienta, no lo puede escribir tan "facilísticamente". No siento belleza en la violencia. Las metáforas violentas son perezosas y por lo tanto no deben ser admitidas. Prefiero las obvias porque son más cercanas y menos forzadas. Otra vez. Cuando escuché esta canción por primera vez, fue en la voz de su cantor, y sentí que muchos días de mi vida me atravesaban y recobraban vida robándome el aire presente en mis pulmones. La memoria es satánica y conveniente (y en nuestros tiempos, casi un lujo).

Domingo sin breves lapsos de mística química y sin momentos de eternidad, de esos que nos dan. Las canciones escuchadas no creen en el azar. Hoy el día me sabe a mierda. Pero sonrío.

Pala, siempre cerca y certero. No quise presentar una suya canción de esta forma pero hoy no había más. Era la canción o la pena. Preferí la canción. Gracias mil, mil veces más.

Al visitante, bástele saber que el cantor de esta canción es un Moby Dick.



17 de octubre de 2008

Love of my life (1975): La tecnología bendita y maldita puede (claramente) convertirse en un pesado enemigo del hombre -ha pasado varias veces- y más aún si se trata de un hombre al que le cuesta tanto entenderla y aceptarla como yo. Un hombre promedio o menos, dirán algunos. La cosa ésta que me da, por compartir canciones con quienes asoman por acá, me gusta. Compartir felicidad y despojos. Pero cuando el "hosting" (espacio en la web donde alojo las canciones, que al día de hoy no sé muy bien qué hace, cómo funciona, ni para qué demonios sirve) no funciona bien, me complica esta pequeña porción de mi existencia. Entonces maldigo y desisto de compartir lo que comparto. Vuelvo e intento, a veces funciona y a veces no. Está lejos de ser algo "bien inventado". Pienso lo mismo de la televisón digital, los reproductores de música digital y todo lo que tenga la palabra digital.

Aguante la analogía. Quiero decir lo análogo, como los vinilos, como mi corazón y el vuestro.

Hoy probé con una canción que amo. Me laventé con ganas de escuchar a esta banda que olvido entre tanta canción y delicia country. El alma la pedía y ahora la comparte. Es una versión en directo de 1979. Miles de voces comulgando Rocanrol.

Hoy descubrí que al igual que los Beatles, Queen me reconcilia con la vida.



4 de octubre de 2008

Wild is the wind (2000): La primera vez que escuché una versión de esta canción fue justamente ésta y frente a un televisor. En la pantalla, David Bowie con el pelo desordenadamente hasta los hombros y su elegancia acostumbrada, iniciaba un concierto para la BBC dejándome de una pieza. La intensidad creciente de un clásico del jazz famoso en la voz de Nina Simone, adquirió en esta interpretación en directo un halo de agradecimiento y amor profundo. La sonrisa de Bowie blanca e iluminadora para con su público así lo revelaba ante mis ojos.

El viento vuelve a aparecer en las canciones y sopla salvaje revelando a su paso secretos devastadores.