28 de octubre de 2008

For once in my life (1969): La gratitud infinita con la vida por los sentidos. Soy los ojos de Satán que no juzgan pero que ven. Algunas personas olvidan (o quizás no lo ha notado) que sus sentidos son la puerta a la sensibilidad. Los limitan a lo estrictamente necesario. El oído sólo lo usan para escuchar el ruido del despertador, del teléfono, del microondas y de la bocina. Ni las palabras las escuchan. Se pierden y se prohiben las sensaciones que producen irse tras el ulular de una ambulancia y el dolor que lleva adentro, detenerse a entender una palabra (por su forma o siginificado) o una sentencia simple, adivinar el ladrido de un perro y lo que avisa, disfrutar el trueno que rompe el cielo o una canción que salva el día.

Artesano de la voz le dió forma de canción. El don hecho voz y la voz hecha canción. Quise escribir sobre Frank y no pude, sólo pude escucharlo y sentir esa gratitud infinita con la vida por el privilegio de poder escucharlo a él.



1 comentario:

Carolina Moreno dijo...

Que sorpresa y alegria para el alma, escuchar estos sonidos en tus letras.

Es realmente una música ideal para ir aprendiendo a descubrir lo que hay detras de ellas...
Abrazos