31 de diciembre de 2012


A unas horas de que Dosmildoce cierre sus ojos para siempre, me animo, sin esperarlo, a recordar mis quereres y a regalar dos canciones que sintonizan cuánto los quiero:  

Just breathe (2009):
 

En la vida hay amores que nunca pueden olvidarse... La espera hecha recompensa celebrada con cerveza y cigarrillos en La Candelaria; el principe de Asturias cantando en Bogotá; La invención de Hugo Cabret; la luna que asoma en los cerros; la soledad; una bandeja paisa con Club Colombia antes de llegar al estadio; El Campín lleno, un abrazo de dos horas hasta la eternidad, Blackbird y I've got a feeling; la felicidad; reseñas de discos y conciertos en el único gran diario de opinión musical; conversaciones sobre Wes Anderson en el Hotel Tequendama; el Emperador del Universo vivito y coleando en el Parque Simón Bolívar; Old Ideas; el festival más bonito del mundo; una conversación sobre La Pampa esperando un taxi al Aeropuerto El Dorado; Chile vs Colombia jungando de local en mi casa; el mejor café y las mejores conversaciones del mundo en el 4 - 603; una guitarra Sevilla que espera por canciones hechas a cuatro manos; una conversación sobre poesía en algún buen café de Quilmes; una pizza veggie en Galerías; el Teatro Pablo Tobón y un abrazo de admiración y afecto; todas las canciones, cervezas y cigarrillos en Matik-Matik y en Rec Bar; un pic-nic de cumpleaños en el Park Way; el Park Way y su sonrisa; la 11 con 72 y otro abrazo que se hace casi eternidad; una noche de radio en la Nacional Rock en la calle Maipú; una conversación sobre la vida y la muerte en el vegetariano de la Caracas con 28; el fantasma de Gardel en la suite del Nutibara; una conversación sobre toros y Eduardo Mateo en un hotel de Teusaquillo; The Boxer y un kilo de helado en Caballito, un concierto único en Vuela el Pez y una conversación sobre todolodemástambién en alguna esquina de la avenida Córdoba; la sensación maravillosa en Bogotá; la luna llena traducida en mensajes de texto sin dirección; cerveza negra y enchiladas en Usaquén; Pink Moon (casi) resucitado; los Animales Blancos en Boogaloop y una sonrisa inesperada; 407 días como campeón del mundo; mate con manzanilla, menta y vinilos en San Telmo; vegetarianismo experimental y casero; el Emperador del Universo humillando en Bouchard y Corrientes; una comida en el bosque interior con cielo abierto en Colegiales; la Monapizza o el punto más cercano a Radio Nacional para conversar y refrescarse con Club Colombia; las guitarras del tiempo; el sol más bonito de Bogotá ocultándose frente al Museo Nacional; la carrera novena entre 72 y 62 a la media noche; esa sonrisa preciosa y palpitante y ese brillo en la mirada en esa esquina donde inicia la avenida Rivadavia; discos que llegaron desde diferentes geografías vía email o correo certificado y emocionaron hasta el tuétano; libros; cafés; posdcast; películas; cigarrillos, cervezas; vino; perritos; gatos; papá y mamá; las eternas y hermosas sonrisas de Luis Alberto, Chavela y mi doc. Eduardo. ¡Gracias!

Amor y luz para todos en 2013.

Tierra (2012):
 

5 de noviembre de 2012

Anny (1969) + Fuiste mía un verano (1969) + Juan el botellero (1973):

La voz de Leonardo Favio, magnética e histriónica, se escuchaba en mi casa en sus canciones románticas, principalmente, a veces cantadas por mi viejo; así quedaron impresos en mi memoria para siempre temas como "O quizás simplemente le regale una rosa", "Fuiste mía un verano", "Ni el clavel, ni la rosa" o "Ding-dong, Ding-dong, estas cosas del amor" como un recuerdo feliz.

Varios años más tarde supe que Favio no sólo era un gran cantante, también era tal vez el más importante director de cine de su país, pero no me aproximé a su obra sino hasta el año pasado. Llegaron cartas desde Buenos Aires que anunciaban la exhibición en Bogotá del Salón Favio, una mirada retrospectiva a la obra de Favio ideada por mi amigo Pablo Dacal y Tálata Rodríguez. Conseguimos llevarla a Medellín. De esa forma pude ver "El amigo", "Soñar, soñar" y "Gatica, el mono". Gracias a Dacal también conocí la vena menos romántica de Leonardo Favio cantante, tan honda como sus películas, y pude comprender el poder catalizador de sus creaciones y la fascinación que despertaba en el pueblo, bien con sus películas en Argentina, o bien con sus canciones en el resto del continente americano.

Fuiste memoria, eres memoria y serás memoria, siempre. Gracias, Leonardo querido. Ojalá que exista el cielo.

Amy:
 

Fuiste mía un verano:
 

Juan el botellero:
 

28 de octubre de 2012

Love calls you by your name (1971):

19

Yo sé que no hay
                  cielo ni infierno.
Sé que estamos en 1967.
Pero estás durmiendo, has dormido
con alguno de mis amigos.
No es simplemente algo que querría saber,
es lo único que quiero saber
no me interesa el misterio de Dios,
ni quiero saber nada sobre mí mismo,
ni si yo soy el de verdad.
La única sabiduría que quiero poseer
es saber si
estoy o no solo en tu amor.

Leonard Cohen. La energía de los esclavos. 1972.


 

8 de octubre de 2012

From the morning (1972): Pink Moon llegó a casa en la Natividad del Niño Jesús de 2007. Era un precioso bambú de la suerte, color verde limón, alto, con seis hojas largas y, en el otro extremo, un par de manojos de raíces pelirrojas que indicaban la buena salud del bambú; y digo un par porque Pink Moon era la unión de dos tallos de igual tamaño, uno recto del que brotaban las seis hojas y el otro espiralado que lo abrazaba. Una alegoría del amor.

Yo, que no soy muy dado a dar cariño a los seres vivos, puse todo mi empeño para que Pink Moon siguiera ceciendo hermoso y vigoroso, para que día día el color de sus hojas fuera más vistoso y alegre, entonces le hablaba, le cantaba y le contaba felicidades y lo mimaba con todos los mimos que merecía. Pero un día Pink Moon empezó a ponerse amarillo; a pesar de todos los cuidados que tuve con el bambú, del cambio de agua y del baño de sus hojas, empezó a debilitarse. Lo cambié a un lugar menos iluminado, aunque los rayos del sol nunca le dieron directamente, pero empeoró, la mancha amarilla aumentó, lo ablandó y, como las mentiras, comenzó a oler a podrido.

En pocas semanas y después de transplantar a Pink Moon en una matera con tierra buena, el tallo de Pink Moon que abrazaba al tallo erecto murió y se desvaneció como cenizas. Lo que quedaba de Pink Moon se mantuvo en tierra pero no creció más, el mal también lo había invadido todo, o casi. Después de varios meses enterrado, Pink Moon empezó secarse desde la raíz, amarillo como estaba pasó de una etapa blanda y dolorosa a una de tristeza y muerte. Parecía un fósil.

Pero al mirar a Pink Moon, era evidente que aún tenía vida; si bien las raíces y gran parte del tallo habían cedido a la enfermedad, las seis hojas -que crecieron mucho durante su mejor momento de vida- y la punta exterior del bambú se mantenían verdes y se resistían a morir. Empeñado en que se salvara, lo desenterré, con una segueta hice un corté en diagonal para separarlo de toda la parte paralizada y, aunque todavía lo habitaba una parte de la mancha amarilla, transplanté lo que quedaba del tallo a su primer recipiente. Lo cubrí de agua hasta donde las hojas empiezan a crecer y volví a ubicarlo cerca mío.

Varias semanas después Pink Moon me regaló una sonrisa instantánea e inmensa. Tenía pocas esperanzas de que sobreviviera pero ahí estaba: resistiendo, sanando, siguiendo. De sus cicatrices ahora brotan raíces blancas, como canas que crecen mucho y se enroscan y se celebran entre ellas. Mi viejo amigo Pink Moon, una alegoría de la supervivencia.




 

23 de julio de 2012

Go your own way (1977): "Como si ella le hubiese enseñado cuanto podría enseñarle y ésa fuera la lección final, para la que todas las anteriores lo habían preparado. Palpar y sentir el mundo, conocerlo de vista y de nombre y luego conocerlo con los ojos cerrados, de modo que cuando algo desaparece es posible reconocerlo por la forma de su ausencia. A fin de seguir poseyendo lo perdido, porque sólo la ausencia es constante. Porque puedes librarte de todo menos del espacio en que han estado las cosas".
Nicole Krauss. Llega un hombre y dice. 2003.

 

Hey that's no way to say goodbye (1967): "Quizás la amaba demasiado y sentía que no podía tenerla lo bastante cerca; que mientras ella fuera un ser aparte, sólo podría conocerla hasta cierto límite. Y, como lo más íntimo de ella siempre lo eludiría, ante el temor de que llegara a escapar él había girado en redondo y se había alejado para protegerse de la pérdida, mientras su voz se apagaba, cambio y fuera, como la de un piloto que va a la deriva por el espacio".
Nicole Krauss. Llega un hombre y dice. 2003.

 

2 de julio de 2012

Charly y yo

No viene nada al caso contar por qué la obra de Charly García ha sido tan importante en mi vida, tanto como la de los Beatles. Pero próximo a presentarse en Bogotá, y después de siete años de angustia y ausencia, se me antoja recordar en forma de canciones (sus canciones) las veces que Charly pisó tierra colombiana, o casi.


1989. Promesas sobre el bidet (1984): 27 años después de que editara su primer álbum y sólo cuando a los "genios" de la industria discográfica local les dio por armar una ridícula campaña llamada “rock en tu idioma”, vino García por primera vez a Bogotá. Yo tenía apenas nueve años y mi vida se iba entre mi afición por el América de Cali y las canciones de Juan Luis Guerra. Años después me encontré con ese documento audiovisual maravilloso que registra su primer concierto en la plaza de toros La Santamaría y las entrañables crónicas de Sandro Romero Rey y Eduardo Arias sobre el mismo.

Aquella noche, junto a Fernando Samalea, Fabián Quintiero, Carlos García López e Hilda Lizarazu, entre otros, cantó “Promesas sobre el bidet”, una plegaria de amor que años después traería a mis labios tantas veces. Aún, quizás.

   


1997. Cuchillos (1996): Pasaron ocho largos años para que Charly García regresara a Bogotá. Para entonces todo había cambiado, el mundo, Colombia, él y yo, por supuesto. Charly ya había iniciado su arriesgado y entretenido camino hacia el delirio y venía a compartirlo en el estadio El Campín. Say No More ya había adquirido forma de disco y de consigna. Escudado por la guitarrista María Gabriela Epumer y Mario Serra , entre otros, Charly encantó y decepcionó a partes iguales.

La noche del 21 de junio de ese año fui testigo solitario, porque solo estaba,  de un concierto mítico. Primero Fito Páez presentó su disco “Euforia” junto a la Orquesta Filarmónica de Bogotá. Y unas horas después la felicidad, o Charly García. Aunque fue un concierto largo en el que García tocó teclados, guitarra, bajo y percusiones, cantó poco; pero trajo con él a Mercedes Sosa y todo fue amor. Fito también se sumó en algunos instantes después de cuatro años sin tocar con su mentor. Por vez primera cantó “El aguante” y casi todos los presentes aguantamos hasta el final, tres horas o más en las que fue y volvió. Lúcido, egoísta y grandioso. Junto a la Negra Sosa, cantaron “Cuchillos”, aquella extraña canción que siempre consigue detener el tiempo para ayudarnos a resucitar.  

   


2001. El día que apagaron la luz (2000): El fin de siglo trajo de regreso a Sui Generis bajo los efectos del concepto sónico y spectoriano que García había llamado Say No More o la técnica de Maravillización. Charly y Nito grabaron un disco, se presentaron en Boca y anunciaron una gira sudamericana que incluyó a Colombia. Mientras llegaban, Ana Lorena y yo disfrutamos como niños cada una de las pequeñas “Sinfonías para adolescentes” durante meses. Pero Sui Generis no vino a Colombia. Un empresario irresponsable me obligó a reclamar el dinero de mi entrada y a imaginar cómo habríamos coreado en El Campín mi himno del fin de siglo: "El día que apagaron la luz".

   


2002. Adela en el carrusel (1987): Pero la tristeza y la espera duraron poco. El siglo XXI se encontró  con un Charly García desatado que componía, grababa, giraba y provocaba. Como siempre. Al Sui Generis 2.0 le siguió el magnífico álbum “Influencia” y el anuncio de una nueva gira que me anunciaba, una vez más, felicidad.

Eran días de radio junto a Félix Sant-Jordi en un programa diario de dos horas que cada noche celebraba la canción popular hispanoamericana. Tuvimos la fortuna de ser la emisora oficial del concierto y de entrevistar a Charly vía telefónica durante un rato ambale, largo y emocionante. Durante la rueda de prensa pude comprobar que García es un vampiro. Una noche antes del concierto en El Campín, su guitarrista, María Gabriela Epumer vino a nuestro programa y conversamos de todo. Sería su última vez en Bogotá.

Aquella noche del 30 de agosto en la que Charly y los colombianos nos desquitamos de la cita fallida, la preciosa Ana Lorena y yo comulgamos en una ceremonia apasionada portando el brazalete que nos identificaba como aliados leales a la obra de García, pintándonos de plata y cantando desde el principio hasta el final. Los recuerdos están intactos, como cuando cantó en espanglish “Rain” de los Beatles y encarné la alegría, o cuando cantó “Adela en el carrusel” descifrando cada minuto de aquel año radiante.

   


2005. Perro andaluz (1979): El “emperador del universo” regresó tres años después a Bogotá. Y su regreso fue un testimonio de la voracidad vertiginosa con la que convivía. Si su concierto de 2002 fue perfecto, el de 2005 en La Santamaría fue caótico, pero no por ello menos emocionante. A su llegada al aeropuerto Eldorado espetó el ya famoso -y no menos cierto- “Saludos, Cocalombia” y quienes lo odiaban tuvieron más motivos. Vino con el trío de chilenos que ya llevaban varios años siendo su banda soporte y con un trío de cuerdas conducido por Alejandro Terán.

La noche del viernes 8 de julio de 2005 en La Santamaría, Charly estuvo tan inspirado como violento. Abandonó a la mitad “Quizás porque” para celebrar la vida del recién fallecido Pappo con “Sucio y desprolijo”. Invitó al productor Andrew Loog Oldham para cantar “Simpathy for the devil” -una canción de sus pupilos-, quien además se aprestaba a colaborar en el nuevo proyecto de García: “Kill gil” o cómo consumirse entre un disco conceptual.

Mi memoria se confunde entre sentimientos encontrados. Recuerdo mi felicidad compartida con Ana María; Charly nos hizo querernos desde el primer día a ella y a mí. Pero también recuerdo el fastidio que me producía cada llamada telefónica que mi novia de entonces, recibía con una sonrisa desvergonzada que levantó en mí sospechas fatales. En medio de la locura, Charly sorprendió con “Perro andaluz”, una joya de Serú Girán que, como si tratándose de un oráculo, anunciaba el presente y el futuro.

   


2009-2012. Necesito tu amor (1987): Luego del enorme susto y temer por un feo final para Charly en 2008 y después de su asombrosa recuperación en 2009, se anunció su regreso para el alivio de todos los que lo queremos vivo y bien. Y sí, volvió a tocar y a cantar acompañado de una banda muy poderosa que lo mima hasta el sol de hoy. La gira “Tengo que volverte a ver” marcaba a Bogotá como uno de los destinos para celebrar la vida y la obra de García, pero como en 2001 volvía a quedarme con las ganas, asuntos contractuales aplazaron la fiesta durante tres años. Hoy lunes 2 de julio de 2012, el El Parque Metropolitano Simón Bolívar será, por fin, el escenario ideal para el regreso a Bogotá del músico hispanoamericano más grande en la historia del rock.

Muchos días pasaron desde la última vez y hoy soplan vientos diferentes. Y una vez más, como siempre, las canciones de Charly son necesarias. Y la alegría, también. No digas nada.

   


Coda. King Kong (2010): Y García volvió a Bogotá. Aún me cuesta describir todo lo que sentí. Las emociones se me enredan pero debo decir que es el concierto más hermoso y emotivo que he presenciado de Charly. Verlo vivo, bien y haciendo lo que más ama fue suficiente. Sólo Wolf, mi hermano, sabe con exactitud qué me pasó. Al final de la noche el cénit de la luna se juntó con el recuerdo de los días felices.

 

9 de junio de 2012

No te creo (2002): La pesadilla era recurrente. Cada vez que se presentaba despertaba y caía en una larga vela. Siempre era lo mismo: un tropezón inesperado con una caja de pandora que no buscaba y que no abría pero le dejaba preguntas sin respuestas y mucha desazón. Más allá de que ese correo electrónico no le estuviera dirigido y que hubiese sido enviado desde su propio computador, lo que le molestaba profundamente era el uso de signos de interrogación y, sobre todo, del diminutivo en la única palabra que aparecía en el asunto de aquel mensaje. Llevaba soñando aquello desde hacía tanto y con tal detalle, que ya no tenía claro si se trataba de un sueño o de un evento verdadero y desafortunado.   


   

12 de mayo de 2012

Mama, you've been on my mind (1970): Alta traición. Alta tensión. Hipertensión. Reanudación de hostilidades. Y una canción que ha caído como anillo al dedo.

Perhaps it's the color of the sun cut flat
An' cov'rin' the crossroads I'm standing at,
Or maybe it's the weather or something like that,
But mama, you been on my mind.

I don't mean trouble,
please don't put me down or get upset,
I am not pleadin'
or sayin', "I can't forget."
I do not walk the floor bowed down an' bent,
but yet, Mama, you been on my mind.

Even though my mind is hazy
an' my thoughts they might be narrow,
Where you been don't bother me
nor bring me down in sorrow.
It don't even matter to me
where you're wakin' up tomorrow,
But mama, you're just on my mind.

I am not askin' you to say words
like "yes" or "no,"
Please understand me,
I got no place for you t' go.
I'm just breathin' to myself, pretendin'
not that I don't know,
Mama, you been on my mind.

When you wake up in the mornin',
baby, look inside your mirror.
You know I won't be next to you,
you know I won't be near.
I'd just be curious to know
if you can see yourself as clear
As someone who has had you on his mind.

 

5 de mayo de 2012

Parao (2002): Esta semana el cacto ha vuelto a florecer. Cada botoncito que brota en él alegra mi casa. Ayer en la tarde mi padre llegó para contarme la noticia. Esta semana lo llamamos un par de veces para preguntarle cómo se encontraba pero nadie atendió ninguna de las dos llamadas. Pensamos que la hora no era la adecuada, que quizás estaba descansando. Las últimas veces que conversamos mientras me recetaba medicinas para una infección oftálmica y vitaminas, hablamos de Dios, de fútbol, de la enfermedad de Perthes, de la salud pública y del sistema óseo. Hace casi diez años me salvó la vida, cuando me vio me dijo "Si vienes mañana ya no hay nada que hacer". Yo me estaba desangrando por dentro. En mi última visita me contó su vida. Lo vi bien. Quería contarle que me he vuelto vegetariano y ver la expresión en su rostro. Fue el más grande. De él aprendí la misericordia.

Lo echaré mucho de menos, querido doctor Eduardo Alvarado Valero. Sabe, usted y yo nunca hablamos de música, pero hoy quiero decirle que siempre pensé que su vida fue así, como lo que canta Rubén en esta canción. Mi admiración eterna y mi agradecimiento infinito para usted. Ojalá que exista el cielo para volverlo a ver.

   

7 de abril de 2012

Let's all make believe (1999): Como bolas de nieve, las mentiras.

 

4 de abril de 2012

En la vereda del sol (1981 - 2000): Hoy es día de fiesta, Ana María está cumpliendo años. La conocí en 2002 cuando éramos más pequeños y la risa llegaba con cada segundo acompañada de la amargura. Desde ese día la quiero. Hace unos años le regalé este soneto. Una canción y un soneto para todos los días de la vida con Ana María.  

TE VI POR LA TEVÉ  
Para Ana María Amaya-Villareal

Saliste en las noticias de las siete,
montando guardia a Charly enamorada,
un hola sin adiós, un cuento de hadas,
de discos, polaroids y brazaletes.

Te vi por la “tevé” y luego en un coro,
cantando soledades parisinas,
yo hacía de faquir, tú de Alfonsina,
bebiéndonos en Sigel el tesoro.

Cuarenta días después y un año menos,
me olvido de tu santo y mi tatuaje
y acepto sin decoro tu venganza.

Los discos de Joaquín no son tan buenos
si no brindo contigo, y no es chantaje,
o me llamas o tú pagas mi fianza.


 

30 de marzo de 2012

Better days (1983:) "¿Y bien?, preguntó. Llueve, contesté. Ya lo sabías, ¿no?, preguntó ella. Sí, contesté. Me senté junto a la ventana. Miré hacia el jardín, pero sólo me encontré con el reflejo de la habitación y el de Lucy. Al cabo de un rato, sin levantar la vista de las cartas y con una voz completamente cotidiana, dijo: No tengo más que pellizcarme el brazo para saber que existo. Incluso tratándose de Lucy era una afirmación muy contundente, y si la intepreté como una acusación, lo atribuyo a esa sensación de haber sido engañado, una sensación que no se había esfumado al volver a casa y encontrar borradas todas las huellas de lo que había visto desde la valla. Estuve a punto de darle una respuesta irónica, pero me controlé. No dije nada, ni siquiera me volví hacia ella, sino que continué observando su reflejo en el cristal de la ventana."
Kjell Askildsen. El comodín - Un vasto y desierto paisaje. 1991

   

27 de marzo de 2012

My melancholy blues (1977): La alarma de mi intuición me insiste en todo momento que aún no resuelvo algunos asuntos pendientes que, a día de hoy, ya me resultan baladíes, o casi.

 

22 de febrero de 2012

Otra eternidad(2008): A unas horas del concierto de hoy... Entre las cosas más inexplicables de la vida se encuentra la emoción que genera una canción. Quizás sea lo más bonito de ellas, que emocionan. Anoche en un concierto en el norte de Bogotá, el artista, protagonista de la noche, poco consiguió emocionarme. Casi no enciende el fuego necesario. A la mayoría sí. Mientras pensaba en el concierto de esta noche, pensaba en la emoción, en el público bogotano, en lo poco exigente que es y a su vez tan entregado. Quizás así sea el público de todo el mundo y de toda música. No lo sé. Pensaba también en la emoción que me generan las canciones de Andrés Correa, el escritor de canciones colombiano que más me gusta y con el que tengo el enorme gusto de trabajar. No hay concierto alguno en el que Andrés, con cinco discos editados y toda una vida aún por delante, no ponga todo de su parte. La ley del mínimo esfuerzo en él no existe. No hay concierto alguno de Andrés en el que no me haya emocionado. Escuché las primeras grabaciones de sus nuevas canciones y, sin temor a equivocarme, encuentro la fuerza sagrada que adivierte ese artilugio llamado canción. Me emocionan tanto como espero que hoy en la noche emocione a los asistentes. Privilegiados ellos. Será a las 8:00 de la noche en el Teatro R101 (Calle 70 A Nº 11-29) Esa nueva cosecha conecta profundamente con aquella obra de la que hace parte esta canción:


 

Ps. Perdón por la torpeza.