26 de junio de 2009

Man in the mirror (1987): El primer álbum de vinilo del que tengo algún recuerdo visual y sonoro es Thriller. Debe ser un recuerdo que corresponde al año 84 u 85, seguro no es del 82. También Thriller, Beat it y Billie Jean, son los primeros videoclips de los que tengo memoria junto a uno que parecía una pequeña película dirigida por Martin Scorsese llamado Bad, por supuesto que las imágenes no se confunden y este último lo ubico con posteridad en el tiempo. Con 11 años de edad me sorprendió otro clip impresionante llamado Black or white, en el que al final miles de rostros se iban fundiendo y sucediendo uno a otro de manera grandiosa. Ese es quizás mi último gran recuerdo cargado de satisfacción de un hombre al que, por más blanco que aparecía cada vez que me lo encontraba en algún lado, siempre lo pensé como un hombre negro. Su voz así me lo revela.

En el medio de todos esos videoclips , una película un poco extraña llena de "recuerdos", abría con esta canción que confirmaba la genialidad de Michael Jackson.



2 de junio de 2009

Ella: Hace unos días mi amigo Pala escribía en su blog personal (http://palabraspala.blogspot.com/2009/05/ruta-7.html), que no cree en esa teoría de que las canciones le pueden cambiar la vida a la gente. Bien lo sabe él que yo sí creo en ella. Más allá de pensar en el lugar que le corresponde a los compositores, para mi lo importante es la canción; independiente de quién la haya hecho, en qué fecha y lugar, y del género musical al que corresponda; la reina es la canción. Creo que ellas -las canciones- tienen el poder de detener el tiempo por brevísimos instantes; tienen el poder tirano de transportarnos en el tiempo, a su antojo, a un momento bueno o malo del pasado; también tienen el poder de permitirnos quedar en el corazón y la memoria de otras personas; pero sobre todo -para mi- tienen el poder de curar y de cambiar.

Tenía 13 años. Estaba frente al televisor. No era 1964 sino 1993. Y tampoco estaba en Nueva York sino en Bogotá. De pronto me tropecé con una canción de los Beatles que -lo juro- cambió mi vida para siempre. Ahora busco las canciones, como un condenado la salvación, para sentirme en la ruta sin importar la gloria o la pena.

Bien lo dijo Don Joaquín Sabina alguna vez: "No sé quién lo dijo pero me gustaría haberlo dicho yo: una canción es una buena letra, una buena música, una buena interpretación, un buen sonido y algo más, que nadie sabe lo que es pero que es lo único que importa".

Una muestra de ello es esta canción del más grande de todos. Con tan poco hizo tanto, hizo casi todo y aún me pregunto cómo demonios. Pero no importa.