17 de febrero de 2010

Don't look back in anger (1995): Una mañana de 1995 me sorprendió desarmado y decidió alojar la felicidad en mis oídos y mi alma. Sucedía que después de bañarme para ir al colegio encendía la radio, ponía alguna emisora -casi siempre la Superestación 88.9- y continuaba preparando el día. Esa mañana, desarmado y concentrado, encontré amor en una banda de rocanrol. Otra. Más allá de lo que dijeran, incendiaran, amaran u odiaran; sin importarme lo que sobre ellos se decía o cuánto los odiaba la gente -por populares, lenguaraces, clichés o dulzones- sus canciones habían dado en el centro de mi diana. Sobre todo una, con John Lennon volando sobre el ébano y el marfil. El título del disco que guarda tal canción, me revelaba que no mentían. Aquella mañana hizo gloriosas las venideras, y las tardes, y las noches. Desde entonces fui incondicional disco tras disco hasta el final. También lo seré mientras deciden volver a juntarse, y seguiré siéndolo después. La explicación tiene nombre propio: Noel Gallagher.

A veces, cuando echo pajas mentales sobre mi top 10 definitivo de canciones inmortales, esta canción aparece siempre. Es perfecta. Los estadios toman vida cuando es tocada en ellos. Esta versión de 2008, es una pequeña muestra de cuán feliz -de verdá- puede hacer una canción a miles de personas; los coros del coro, de la gente y Oasis, no dan lugar a la duda. Dan en el centro de la diana, al tiempo que cada persona que la canta comulga rocanrol.



2 comentarios:

maria vanedi dijo...

síiiiiiiiiii señor!!!!! Pensé que no era tan masivo el amor por ella, pero mi hermano tenía el disco y yo amaba poner esa más que cualquieraaaaaaaa!

Michín dijo...

Bonito... Yo he aprendido con los años a gustar de algunas de sus canciones. Antes los odiaba.