6 de noviembre de 2008

Whatever happened to my Rock 'n' Roll (2001): Fue la última canción de la noche de ese domigo emparamado. La humedad y el hedor se confundieron entre la alegría y el rocanrol hecho por tres jóvenes gringos que parecen manchesterianos. Dos caballeros encargados del bajo y la guitarra, y una señorita detrás de la batería, hicieron temblar a todo volumen mi corazón y mis piernas.
Desde lejos y desde arriba, la multitud parecía una masa saltarina, pacífica, constante y enérgica. Atraídos por el magnífico bloque sonoro que llegaba a nuestros oídos, y deslumbrados por el espíritu festivo de la masa, Manuel y yo decidimos unirnos a ella sin meditarlo muchos segundos. Diego vino detrás. Apenas un instánte después, y luego de ingresar hacia el centro de la bogotana masa saltarina, atravesando la dispersión de cuerpos que resistían estáticos al aguacero escuchando rocanrol, nos encontrábamos -en medio del pogo más salvaje- haciendo lo que pensábamos que hacían los demás: saltar como locos sin desenfreno, recibiendo con los brazos alzados, las poderosas canciones de Black Rebel Motorcycle Club. Nos equivocamos.
Mientras todos se dieron en la jeta de forma amistosa, mis amigos y yo jugamos al liberador juego de la danza de la lluvia, espantamos al frío, y le rogamos a ella que cesara. No quiso, pero en cambio nos dió felicidad y nos permitió verla encarnada en forma de una santa trinidad poderosa.



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