"hay canciones lo suficientemente heroicas, paran los relojes con el pensamiento de alguien" AC.
21 de marzo de 2011
Lunes por la madrugada (1984): Hace 65 años era jueves y en la ciudad de Buenos Aires nacía el niño Miguel Ángel Peralta, mientras la Argentina entera depositaba su confianza en el recién electo presidente Juan Domingo Perón. 42 años y cinco días después de nacer, huir y ver correr sangre en el Río de a Plata, aquel niño devenido en abuelo y genio moría en la misma ciudad. Era sábado y Buenos Aires derrochaba delirio y dólares, mientras enloquecía con un rock moderno y hedonista . En medio de la vitalidad y la celebración pop de los años ochenta en Argentina, Miguel, junto a sus Abuelos de la Nada, iba a la vanguardia; ellos no difundían el nuevo mensaje, ellos eran el nuevo mensaje y se inmolaban cada noche en el escenario. Ni Virus, ni los Twist, ni mucho menos Soda Stereo, exponían su pellejo como lo hacía Miguel junto a Calamaro, Melingo, Bazterrica y Cachorro, canción tras canción, concierto tras concierto. Los Abuelos de la Nada brillaban sin desvanecerse; en sus canciones, en especial las que escribía Miguel, se escondía un profundo sentimiento de amor duro y triste, imposible e inexplicable. Sobre todo eso, inexplicable. Pero era amor al fin y al cabo, amor hecho canción, por el que vale la pena la vida misma. Hoy es lunes. En Bogotá llueve y yo me acuerdo de él mientras escucho y canto esta hermosa canción. ¡Feliz cumpleaños, Miguel! Gracias.
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