Quiero llenarme de ti (1968): Cuando suena una canción de Sandro, el hombre se detiene. Si está haciendo alguna cosa para. Si está sentado se levanta. Se pone en posición: abre ligeramente las piernas, se inclina un poco apenas, se agacha menos y levanta las manos a la altura de los hombros, como si fuera a predicar. Todo esto lo hace en cuestión de segundos y antes de que Sandro -quizás el más grande cantante del continente- empiece a cantar. En seguida se larga a cantar con él y algo extraño pasa. Siempre pasa. Apenas transcurren unos versos sus ojos enrojecen y se llenan de agua, a la vez que baila y canta emocionado. Mientras observo el ritual esporádico me pregunto qué dolor lo abordará mientras esto ocurre, qué recuerdo emanará de su memoria mientras canta, que sensación inenarrable se genera mientras él, mi padre, canta cuando canta a Sandro.
Feliz cumpleaños viejo. Te amo.
2 comentarios:
...tenemos las canciones en las venas y es un pecado estúpido callar...
Caray, Umber! pensé que yo era el único que hacía eso con esa canción.
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